Historia

De la edad Antigua encontramos múltiples vestigios en todo el término de Alcalà. Destacan en primer lugar la presencia de materiales foráneos traídos por los pueblos comerciantes del Mediterráneo oriental, como por ejemplo un escarabeo egipcio en la necrópolis de la Solivella así como cerámica fenicia y griega en diversos yacimientos. Este aspecto demuestra la fluidez de los contactos e interrelación entre los habitantes de toda la cuenca mediterránea durante la edad del Bronce y la edad del Hierro; contactos que constituirán el núcleo fundamental que permitirá la aparición de la cultura ibérica en el litoral mediterráneo, fruto justamente de esta relación entre la población autóctona y los comerciantes y colonizadores fenicios y griegos, tal y como estos restos materiales constatan en el caso de Alcalà.

Precisamente, de época ibérica y de la posterior romanización se encuentran abundantes restos arqueológicos por todo el término: poblados como el de El Palau y El Tossalet; lápidas con inscripciones, restos cerámicos y metales en el Corral de Royo, Pulpis, Irta y Xivert; monedas romanas en Regalfarí, Alcalà y en Xivert; y enterramientos dispersos en Capicorb, Palaba y Alcossebre, que demuestran una densa red de poblamiento en dicha época. Especial importancia tiene el yacimiento de la necrópolis de La Solivella, excavado de urgencia en 1961 tras su descubrimiento fortuito arando un campo y que constituye una de las necrópolis ibéricas más antiguas, de entre los siglos VI-V a.C, de todo el ámbito cultural ibérico. En la actualidad se conservan los restos arqueológicos, compuestos por urnas funerarias y ajuar diverso (armas, fíbulas, brazaletes, etc.) en el Museo de Prehistoria de Valencia.

En concreto respecto al proceso de la romanización, ésta se constata principalmente con la presencia de lápidas funerarias en el Corral de Royo, Corral Blanco y Almedíxer, así como con la mencionada presencia de monedas en distintos puntos del término municipal, que atestiguan el tránsito de personas y mercancías que se producía por toda la costa, aprovechando la cercanía de la Vía Augusta a su paso por Cabanes y Les Coves.

De la Edad Media resalta sobremanera el espectacular castillo de Xivert, que domina desde lo alto de las montañas homónimas el estratégico paso ya en época medieval entre Valencia y Barcelona. Las excavaciones realizadas durante las últimas décadas han confirmado la antigüedad del poblamiento en el área de Xivert, pero su verdadero esplendor e importancia lo encontramos con la construcción de la fortaleza y medina árabe en época islámica, a partir de los siglos X-XI, y que constituye uno de los castillos y poblados islámicos mejor conservados de todo el antiguo Reino de Valencia, con una magnífica inscripción en árabe en la muralla exterior de la fortaleza.

Con la conquista cristiana del territorio a principios del siglo XIII, en 1234 el castillo pasa a manos de la Orden del Temple, quien lo administra en nombre de la Corona de Aragón tras la rendición pacífica de la población islámica de Xivert. Así, los templarios proceden a remodelar y ampliar la fortaleza, ocupándola ellos mientras que la población civil islámica ocupa el poblado al pie de la fortaleza.

Precisamente en estas décadas de conquista y repoblación del territorio se organiza la bailía de Xivert con la concesión de la carta puebla a la población musulmana de Xivert en 1234, y también a los nuevos asentamientos cristianos que se establecen en el llano de Alcalá (1251), en Alcossebre (1261) y en los ya despoblados Almedíxer y Castellnou (1261). De entre ellas pronto destacará Alcalá, que se convertirá en cabeza de la encomienda. Tras la disolución de la Orden del Temple, la nueva Orden de Montesa pasa a ejercer la señoría de la encomienda en el siglo XIV.

En época moderna destacan una serie de ataques que asolaron el término de Alcalà recayendo sobre el conjunto de la población, tanto cristiana como musulmana: así, el poblado mudéjar de Xivert fue saqueado y quemado durante las Germanías de Valencia por Estellés en 1521, reconstruyéndose posteriormente; en 1547 un ataque de piratas berberiscos instigados por el Imperio Otomano es rechazado por la población de Alcalà en las mismas calles del pueblo tras intentar saquear los piratas la población (episodio que aún se recuerda en el pueblo con una inscripción en piedra en el lugar de los hechos) así como otro de estos ataques piratas aún se produciría en la torre vigía de Capicorb en 1586.

A finales del siglo XVI la población morisca de Xivert contaba con varios cientos de pobladores, quienes habían reconstruido y repoblado el poblado tras el saqueo de décadas anteriores. Esta población, no obstante, tuvo que exiliarse junto con el resto de moriscos de España tras la firma del decreto de expulsión por Felipe III en 1609. Tras dicha expulsión se intentó repoblar con cristianos el poblado de Xivert, lo que fracasó, y se hubo de añadir éste, junto con Santa Magdalena de Pulpis, a Alcalá en 1632. También Alcossebre, que había obtenido su segunda carta de población en 1330 tras el fracaso del poblamiento inicial fue incorporado a Alcalá en 1663. A finales del siglo XVII el castillo y poblado de Xivert se encontraba ya en ruinas.

Tras la destrucción y debacle que conllevó la Guerra de Sucesión a principios del siglo XVIII, la población de Alcalà empieza a crecer y expandirse, concentrándose en el núcleo de Alcalà principalmente. Será no obstante en el siglo XIX cuando se produja la segregación de Santa Magdalena de Pulpis, en adelante un municipio diferenciado, y el gran crecimiento de la población del pueblo, que pasó de los 800 vecinos (unos 3.200 habitantes) en tiempos de Cavanilles, a finales del siglo XVIII, a los más de 6.000 habitantes de 1900.

En el siglo XIX también tendrá gran protagonismo el pueblo de Alcalà por su apoyo a la causa tradicionalista, aportando incluso militares de renombre a la causa carlista (de entre los cuales destaca en la tercera guerra el general Pascual Cucala), razón por la cual será reprimida la villa tras la victoria liberal.

Ya en el siglo XX y después de los desastres de la Guerra Civil, el frente bélico de la cual llegó al pueblo de Alcalà con el avance de las tropas franquistas hacia Valencia tras la Batalla del Ebro, la economía local se vio sumida en una tremenda regresión, propiciada además por el declive de la agricultura de secano tradicional, situación que empezaría a revertirse a partir de los años 60-70 con la extensión del regadío y, sobretodo, con el gran auge del turismo a partir de esas décadas, que transformarían radicalmente todo el litoral y favorecerían el gran crecimiento y desarrollo urbanístico del núcleo de Alcossebre.

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